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"Molero de la Trinidad"

Veinte años de carrera dan para mucho. Dice que se va, pero sabemos que es un farol. Llegó un día para poner música a una coronación, y con el tiempo quiso regalarnos un nuevo himno que desde entonces sería banda sonora primero de nuestros Lunes Santo y más tarde de nuestras vidas. Málaga poco a poco ha ido haciendo suya una melodía y una letra que no es ni más ni menos que una reclamación histórica a la Málaga cofrade plasmada por otro de los nuestros... “nunca sola andarás

. Nunca una frase significó tanto para un trinitario, aunque haya quedado obsoleta a día de hoy, pues hace ya mucho que nuestra Trinidad no anda sola por las calles de Málaga y eso, en gran parte viene dado por un trabajo y un buen hacer por parte de todos que no sería posible sin esa unión trono-música que tanto bueno nos está dando, y ahí es donde entra Molero Luque como parte esencial de esa unión.

 

El pasado día 24 de Septiembre tuvo lugar en la casa hermandad de la hermana cofradía del Rocío un merecido homenaje a quien, en opinión personal del que escribe, mejor sabe en Málaga poner música al andar de nuestros tronos. Dos kilos de comida servían en esta ocasión como necesario donativo (desgraciadamente) para acceder al homenaje que se organizó a un hombre sencillo con la mitad de ego y el doble de cercanía y amabilidad que cualquier otro con su currículum esperarías que tuviese. La magnífica Banda de las Golondrinas de la querida ciudad de Vélez-Málaga fue la encargada de hacer un recorrido cronológico de los “grande éxitos” de Molero Luque, donde a través de sus sones fuimos rememorando efemérides tan importantes para la Semana Santa de Málaga como las coronaciones de María Santísima de la Trinidad, de María Santísima del Rocío y de Nuestra Señora de la Soledad. Todas coronadas musicalmente por el buen hacer y la sensibilidad de nuestro amigo Mole. Degustamos la que posiblemente sea su obra más personal dedicada al Santísimo Cristo de los Milagros, conocimos de primera mano lo que la música de Molero significa para las localidades de Vélez-Málaga, Torre del Mar y Cieza, y como no, lo que significa para los cofrades malagueños y trinitarios.

 

Diez marchas. Diez obras magníficamente introducidas por personas vinculadas a la hermandad a la que estaba dedicada la marcha. Personas que en muchos casos también tenían vinculación con el maestro y en algunos casos con nuestra Virgen de la Trinidad y nuestra Mesa, y que supieron hacer la introducción perfecta a la marcha a interpretar. Palabras breves cargadas de significado que venían a dar paso a lo realmente importante: la música. Y aquí es donde hay que resaltar el gran trabajo de la banda de las Golondrinas, pues sonaron a la perfección y supieron transmitir en todo momento la esencia de Molero. Especialmente me gustaría destacar la presencia del violín en la marcha Paz Franciscana, marcha dedicada a María Santísima de la Paz de Vélez-Málaga, pero sería  injusto destacar sólo una cosa del gran recital que dieron, pues se notó en todo momento la dedicación y el sentimiento que la banda puso para tal ocasión. Fue una gozada escuchar el magnífico solo de trompeta de Pasa la Soledad, lo exquisitamente malagueña que suena María Santísima del Amparo, una marcha que al igual que Pasa la Soledad parece ganar con los años, o los aires de grandeza de las tres marchas de coronación que sonaron en esa tarde victoriana en la que muchos amigos quisimos darnos cita para enaltecer el trabajo de nuestro amigo José. Una a una se iban sucediendo las marchas, una a una nos iban transportando a momentos concretos vividos por cada uno de los allí presentes, igual daba andar a paso pollinico con el olor a sal de las calles de Torre del Mar que formando parte de la horquilllería de la Paz veleña. Estábamos en Cieza acompañando a la Virgen de la Piedad y al momento en una esquina de calle Mármoles viendo el pausado caminar del Santísimo Cristo de los Milagros. Pasó la Soledad y nos fuimos a la coronación la del Rocío y al final de todo el camino unos brazos que se entrelazaban con su amigo para cantar juntos un himno surgido de la amistad para enaltecer a a más guapa trinitaria y que poco a poco Málaga, y el público allí congregado, hizo suyo.

 

Emoción. Emoción final en una tarde que poco a poco fue haciéndose de color malva, y orgullo de tenerte entre uno de los nuestros. Dices que te vas, pero nos lo tomamos a broma, porque aunque así fuera el legado que dejas en Málaga perdurará para los restos.

 

 

Gracias Molero, gracias por engrandecer con tu música la Semana Santa de Málaga y en especial a María Santísima de la Trinidad. Vuelve cuando creas que debes volver. Experimenta, prueba cosas nuevas, pero vuelve. Vuelve a tu sitio. Mientras nos seguirán quedando los homenajes más auténticos, los que nos damos cada vez que nos reunimos todos con cualquier excusa para pasar un buen rato.

 

Francisco Javier Díaz Luque

"Trinitas"

Amanece un sábado cualquiera del mes de marzo en el barrio de la trinidad. Me dirijo a dar mis clases como cada sábado a la banda que me vio crecer como persona y como músico. Pero hoy no es un día cualquiera, en el aire confluyen aromas y sentimientos color malva, que darán fe de momentos irrepetibles para los hermanos trinitarios.

Esta mañana voy con prisas, horarios cambiados y pensamientos hacía una mirada, su mirada. Como ya sabía hoy antes de la gran cita ocurrirían momentos especiales. Hoy no es un ensayo cualquiera. Dos calles más abajo tenía el privilegio de comenzar la jornada batuta en mano, dirigiendo a un grupo de músicos arrastrados por el sentimiento del color rojo de la rosa de María Santísima de la Amargura Coronada. Cuál fue mi sorpresa, que la primera marcha que tuve el placer de guiar con la expresión de mis brazos era Coronación de la Trinidad de mi hermano y amigo José Antonio Molero, señal inequívoca de lo que presentía que estaba por llegar.

Acabado el ensayo mucho antes de lo normal, fui a fundirme con la oración hecha palabra, esa cita que no puede faltar en mi calendario en cada comienzo de la cuaresma, momento que siempre viviré con ilusión junto a mi gente, aquellos privilegiados por ser sus pies, aquellos bautizados esa misma mañana como los apóstoles trinitarios.

Grandes mensajes, grandes palabras de un nuevo hermano unido por su dulce mirada. Gracias Félix Gutiérrez, siempre llevaremos tu mensaje en nuestro corazón. Pero no puedo dejar pasar en estas líneas, el momento más emotivo que pudimos vivir este grupo humano al que llamamos Mesa de la Trinidad. Homenaje más que merecido a los culpables y pilares de que este sentimiento sea una realidad. Mi más sincera enhorabuena hermanos Víctor y Flores, fue único ese momento al veros abrazados con uno de nuestros símbolos de unión hacia nuestra Madre, nuestra huella no podía recaer en mejores manos.

Ya culminado nuestro acto de fe hecho palabra, seguía teniendo dentro un resquemor que cada vez se hacía más y más grande. Mi pequeño momento se acercaba.

No puedo negar que tenía miedo, miedo por no llegar a estar a la altura que la circunstancia requería. Eran muchas las sensaciones que sentía en cada palabra de mis hermanos. Esperaban impacientes e ilusionados un momento que se alargó en el tiempo.

Cayó la tarde y el escenario cambió. Después de tantas horas delante de un piano y un pentagrama en blanco, todas aquellas páginas borradas anteriormente llegaban a su final. Se estrenaban mis vivencias trinitarias hechas música. Por mi cabeza pasaban infinidad de pensamientos... ¿les gustará?, ¿habré conseguido plasmar el sentimiento de cada una de las almas que le rezan cada lunes santo?, ¿defraudaré a mi gente?

Todas esas preguntas se disiparon una vez que me volví a encontrar con todas esas caras llenas de ilusión y pasión trinitaria. Tenía claro que estando ella tan cerca nada podía salir mal.

La iglesia repleta, batuta arriba y de repente empezaron a brotar en el aire cada una de las notas musicales, aquellas que guardadas en mi corazón salieron por los instrumentos de cada uno de los músicos de la sinfónica trinitaria, como así los nombrara nuestro hermano Kara en su pregón de 2016.

Escuché al comienzo como amanecía la mañana del Lunes Santo en el barrio de la Trinidad, con una melodía que explosionaba de júbilo por el gran acontecimiento que Málaga entera esperaba con ansia otro año más. Esa melodía que se repetía con la entrada triunfal de cornetas haciendo vibrar y llenando de emoción a cada trinitario en ese día tan especial.

Una vez pasado ese momento, entré en una melodía de reflexión, pero una reflexión íntima de fe hacía nuestra Madre, que se repite con más fuerza afianzándola en un cúmulo de sensaciones al pensar en ella.

A continuación, no podía faltar el sello del barrio. Ese barrio que derecho arte, pero no un arte cualquiera, sino el arte flamenco. Aquel flamenco puro que corre por las venas de cada persona que le reza cantando y bailando cualquier día del año tanto al hijo de Dios como a su Madre. Y lo sentí, y no podía faltar en esta composición, le debía ese guiño a una de las tradiciones populares por excelencia de nuestra tierra.

Una vez concluida esta explosión del arte más puro, un pequeño puente musical me llevó en volandas al momento más importante de la obra, una humilde declaración de amor hacia María Santísima de la Trinidad Coronada. Una melodía sencilla, simple y sin alardes con la que quise demostrarle una mínima parte del amor que por ella proceso, ese amor que culminará con la misma melodía en fuerte con cornetas y tambores que anunciaran lo que todo el año estamos esperando que se produzca, que María Santísima de la Trinidad está en la calle como Reina y Madre de todos los Malagueños. Y así:


Acabaron esas notas musicales en el aire
Dando lugar al comienzo de una historia real
Noches en vela imaginándola por sus calles
Con la única idea de ayudarla en su caminar

Ella se merece mucho más que mi música
Esa que ya es vuestra hermanos de varal
Quedando para los anales de la historia
Mis sentimientos con un nombre, TRINITAS.

 

Adolfo Gálvez González 

"Un lugar llamado Felicidad"

“Un lugar llamado felicidad”

 

Ese lugar lleno de vida, de ilusión, de hermandad, dentro de un cubículo semicerrado, junto a treinta y tantos personajes, una galera voluntaria donde se rema sin descanso por un ideal fuera de contexto en éste mundo, afortunadamente, un lugar donde pareciera que no existe más felicidad que la de llevar el peso del varal, pero a diferencia de los héroes del varal y afortunadamente, éste lugar al que llamamos felicidad existe en un día cualquiera donde te sientas a tomar una cerveza con tu amigo, con tu hermano, y que decir los nervios de cuando esperas reunirte con cuarenta amigos.

Ese lugar se llama “felicidad”.